domingo, 22 de enero de 2012

CUARTO AZUL

Cuarto Azul

Cuarto azul testigo mudo
de nuestras noches sin sueño.
 
Besos en el aire risas compartidas
gritos en el techo cigarros encendidos
whisky en tus labios whisky en los míos.
Fuego en tus manos juegos en las mías,
cuadros mirones con ojos saltones
permitieron la infidelidad
que tú le hacías morena mía.
Escaparate burlón con tres bocas
y dos manos que vieron en la noche
tu cuerpo acurrucado junto al mío.
Kenzo, Givenchy, Paloma Picasso,
y otros perfumes que embriagaron
tus sentidos al olerlos en mi cuerpo
vida mía.
Acariciaron tu desnudez
toallas blancas
mientras te disponías para el placer.
Besos y más besos mojaron la cama
con el elixir de la vida.
Muslos de gacela, cabellos azabaches,
dientes nacarados, piel morena,
mujer divina, fue tu entrega
como sonidos de borrascas
en atardeceres lluviosos
que cayeron impetuosos
y embriagaron
con sus besos los ríos.
Amaneceres sin sueño,
besos matutinos despedidas
sin mañana, volvías en la noche
y nos amábamos sin medida.
Todo, todo aquí en este cuarto azul
me recuerda tus amores
en este amanecer frío
sin tu cuerpo junto al mío…
Matallana Maria Edith.

INFAMIA EN LA SACRISTÍA


A la tres de la tarde en punto
dedos religiosos recorren las cuentas del viejo rosario.
Los Padres Nuestros se calcinan acompañados de Glorias
junto a la cera de  velas encendidas.
Atrapada en un laberinto de envilecidas afrentas
un alma buena busca la luz
exige ayuda…
suplica compasión.
Sollozos angustiados quiebran la calma
y sacuden el silencio que puebla  el templo sagrado…
Casa de Dios.
La infamia salpica la inmaculada calma de aquel monasterio
vulnera virtudes, destroza inocencias, mancilla la paz
Jescuristo postrado en la Cruz sangra de nuevo
Sus heridas se abren dolorosas y eternas
La Virgen María gime, implorando perdón
Hasta el cielo sentidas oraciones elevo
¡Misericordia y compasión!
El cielo está cubierto de nubarrones negros
la lluvia copiosamente cae con salada impotencia
¡Estás llorando Señor!... ¡Estás llorando!
Tu pequeño hijo, temeroso y lastimado… también.
Dios mío…Ten compasión de él.
Elena Ortiz Muñiz